como ser ciego, siendo vidente.

La respuesta aparentemente puede ser sencilla. Cerremos los ojos y efectivamente pasaremos a ser invidente, no veremos absolutamente nada.
Si lo meditas verás, si tus ojos te lo permiten ver, que la inmensa mayoría de nuestra sociedad es ciega, y digo ciega porque la palabreja "invidente" no le gusta ni a ellos mismos. Observamos a una persona ciega cruzando una calle y automáticamente nos ponemos en guardia por si necesita nuestra ayuda. De acuerdo, eso está muy bien y dice mucho de aquel que lo hace. El ciego te dará las gracias para a continuación indicarte que no era necesario. Él tiene desarrollado otros sentidos que tú y yo, no los tenemos activados. Y no los tenemos, porque tú y yo, no permitimos que éstos se desarrollen, deseamos que permanezcan amorfos, sin latidos, como aletargados, casi muertos.
La mayoría de los videntes somos...

...ciegos de corazón

Andamos por las calles atendiendo a nuestro móvil o pensando en lo siguiente que tenemos que hacer, para así ejecutar nuestro trabajo, miramos a nuestro alrededor y hacemos invisibles a los mendigos, no le hacemos caso ni echamos cuenta de ellos. Nos los tomamos como si formaran parte del mobiliario urbano de nuestra ciudad. Nuestra ceguera nos manda al, igualmente ciego cerebro, el mensaje de no hagas caso de eso. Es solo un mendigo. No nos permite ver que tras esa ropa mugrienta, la barba desatendida y la palma de su mano sucia extendida, existe un ser humano como tú o yo, que nos lanza un mensaje. Ayudame, yo solo no puedo.
Yo he decido hacer menos caso al móvil, no correr tanto porque me cierran el banco...he decido mirar, pero mirar y ver, no ser ciego ni de corazón o de eso otro, que llaman alma. Tú que me lees, medita esto un poco y si quieres pon tus sentimientos aletargados en acción, despiertalos y ve, mira a los mendigos, mira aquellos que cruzan a nuestro alrededor y date cuenta que ellos también te necesitan.